ECOALDEAS, LA ALTERNATIVA IDEAL PARA UN GOBIERNO EN EQUILIBRIO
Cada
vez resulta más obvio para mucha gente que disponer de muchas cosas
no les hace más felices. Estar bien no depende de lo que se tiene,
sino de lo que se desea y de las posibilidades reales que tenemos de
satisfacer nuestros deseos. Una vez satisfechas las necesidades
primarias, sueño, alimento, agua, aire, cobijo...,
continuar acumulando objetos materiales no ayuda gran cosa a aumentar nuestro bienestar.
Una
ecoaldea es un modelo de vida sostenible basado en dos principios
éticos fundamentales: el cuidado de la Gente y el cuidado de la
Tierra. Para ello propone una forma de comunidad local, relativamente
pequeña para favorecer las interacciones directas, suficientemente
grande para acoger en su seno todas las actividades necesarias para
la satisfacción de las necesidades individuales y colectivas. Una
comunidad local fuertemente cohesionada en una rica red de relaciones
formales e informales; que cuida de la tradición a la vez que se
abre a propuestas innovadoras; que fomenta la participación en la
toma de decisiones a través de la inclusión, la transparencia y la
búsqueda del consenso; que garantiza la seguridad económica de
todos sus miembros con la creación de empresas locales y solidarias
y la puesta en marcha de sistemas de intercambio no monetario; que
utiliza sabiamente sus recursos locales, favoreciendo la producción
local y ecológica de alimentos en pequeñas granjas familiares,
construyendo casas sanas y accesibles para todos, haciendo un uso
consciente de recursos básicos como el agua y la energía.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWRVd7DqWp6RcfDiCVdqF3uEcss3mbkCU8jVcdDlqDJsjYwCJvGya5kNIfWT7MW06cJOibU9jSNbCoKitn4KXL7ttc3vPUm2bZqpp17jfAl7AfesIQLbGHE5fovfeM1lELq9pnpZWfJL46/s320/ecoaldea5.jpg)
De
todas las definiciones existentes de ecoaldeas, la más conocida, sin
duda debido a su brevedad y concisión, es la de Robert Gilman,
fundador del Context Institute y autor del libro Ecoaldeas y
Comunidades Sostenibles. Para Gilman una ecoaldea es "un
asentamiento humano, concebido a escala humana, que incluye todos los
aspectos importantes para la vida integrándolos respetuosamente en
el entorno natural, que apoya formas saludables de desarrollo y que
puede persistir en un futuro indefinido". Como no podía ser de
otra manera, dada su brevedad, es una definición vaga pero con el
mérito de reunir en un corto espacio las ideas fundamentales:
1.
asentamiento humano, es decir con casas y negocios situados en un
espacio concreto, no es por tanto una comunidad virtual, aunque dicho
espacio puede estar en el campo o en una ciudad.
2.
a escala humana, suficientemente pequeña como para que la gente se
conozca y para que la participación pueda ser directa, pero
suficientemente grande para que quepan en su interior una diversidad
de negocios (sobre el tamaño se barajan muchas cifras, entre 500 y
5000 habitantes, aunque algunos autores lo extienden hasta 20.000)
3.
con todos los aspectos importantes para la vida, lo que incluye
actividades agrícolas, artesanales, formativas, culturales,
espirituales, etc.
4.
integradas respetuosamente en el entorno natural, lo que recoge
inquietudes ecologistas (agricultura ecológica, construcción con
materiales locales y no tóxicos, energías renovables, etc.) pero
también humanas (respeto por la tradición y el alma de un lugar)
5.
apoya formas saludables de desarrollo, es decir en calidad y no en
cantidad, buscando aumentar la riqueza social y la calidad de vida de
la gente, sin que sea necesario un mayor crecimiento económico, y
con un uso sostenible de los recursos locales
6.
y puede persistir en un futuro indefinido, con un alto grado de
autosuficiencia y autonomía, y de solidaridad con las generaciones
futuras.
El
modelo de las ecoaldeas pretende ser una alternativa real para las
comunidades locales, ofreciéndoles la posibilidad de trabajar en
otra dirección, incorporando ideas y técnicas que han sido
experimentadas y contrastadas en pequeñas comunidades intencionales.
Si volvemos la vista atrás y analizamos con calma la lista de
elementos, sugeridos por Hildur Jackson, para la sostenibilidad de
los asentamientos humanos, veremos que la mayoría de ellos encajan
perfectamente como soluciones válidas para los problemas descritos
en el apartado anterior, cuando hablábamos de la situación actual
de las comunidades locales.
Las propuestas ecológicas de las ecoaldeas resolverían gran parte de los problemas funcionales de la comunidad local. La contaminación del suelo y del agua por fertilizantes y otros productos químicos se evitaría con la introducción de la agricultura ecológica y con la creación de empresas verdes. La contaminación del aire (CO2, ruidos) se evitaría con un diseño urbano que relegara el uso del coche en favor del transporte público, la bicicleta o el paseo. La necesidad de energía se podría satisfacer con fuentes renovables locales (saltos de agua, biogás, placas solares, aerogeneradores, etc.)
Otros problemas funcionales, como la falta de empleo, se podría solucionar con la creación, con financiación local, de empresas solidarias que hicieran uso de los recursos locales para servir a la comunidad. La introducción de una moneda complementaria local, o regional, contribuiría también a fomentar el flujo económico en el interior de la comunidad, evitando la pérdida de capital.
El problema de la descohesión social podría solucionarse tomando algunas de las propuestas de creación y desarrollo comunitario sugeridas en el modelo de las ecoaldeas. Necesitamos crear comunidad, generar confianza, aumentar el entramado de nuestras relaciones sociales. Esta es la base para una red social rica y cohesionada, para disponer de capital social, según el término introducido por Robert D. Putnam . Desde las ecoaldeas se insiste en que el principal problema al que deben enfrentarse los actuales asentamientos humanos no es la falta de sostenibilidad ecológica, de por sí grave, sino la falta de sostenibilidad social. Para que una comunidad local sea más sostenible socialmente se deben fomentar valores como el apoyo mutuo, el compartir recursos, reconocer lo diferente, etc. Los miembros de una comunidad local que aspira a la sostenibilidad deben aprender a cooperar en la toma de decisiones, a desarrollar habilidades sociales que favorezcan la comunicación y prevengan la aparición de conflictos. Para ello se requiere formación, educación continua, dar ejemplo. Y se requiere una educación escolar diferente, basada en una cultura de la paz y la no violencia, en la creación de un espíritu de colaboración y no de competición. Todo esto se puede encontrar en las ecoaldeas existentes.
Las propuestas ecológicas de las ecoaldeas resolverían gran parte de los problemas funcionales de la comunidad local. La contaminación del suelo y del agua por fertilizantes y otros productos químicos se evitaría con la introducción de la agricultura ecológica y con la creación de empresas verdes. La contaminación del aire (CO2, ruidos) se evitaría con un diseño urbano que relegara el uso del coche en favor del transporte público, la bicicleta o el paseo. La necesidad de energía se podría satisfacer con fuentes renovables locales (saltos de agua, biogás, placas solares, aerogeneradores, etc.)
Otros problemas funcionales, como la falta de empleo, se podría solucionar con la creación, con financiación local, de empresas solidarias que hicieran uso de los recursos locales para servir a la comunidad. La introducción de una moneda complementaria local, o regional, contribuiría también a fomentar el flujo económico en el interior de la comunidad, evitando la pérdida de capital.
El problema de la descohesión social podría solucionarse tomando algunas de las propuestas de creación y desarrollo comunitario sugeridas en el modelo de las ecoaldeas. Necesitamos crear comunidad, generar confianza, aumentar el entramado de nuestras relaciones sociales. Esta es la base para una red social rica y cohesionada, para disponer de capital social, según el término introducido por Robert D. Putnam . Desde las ecoaldeas se insiste en que el principal problema al que deben enfrentarse los actuales asentamientos humanos no es la falta de sostenibilidad ecológica, de por sí grave, sino la falta de sostenibilidad social. Para que una comunidad local sea más sostenible socialmente se deben fomentar valores como el apoyo mutuo, el compartir recursos, reconocer lo diferente, etc. Los miembros de una comunidad local que aspira a la sostenibilidad deben aprender a cooperar en la toma de decisiones, a desarrollar habilidades sociales que favorezcan la comunicación y prevengan la aparición de conflictos. Para ello se requiere formación, educación continua, dar ejemplo. Y se requiere una educación escolar diferente, basada en una cultura de la paz y la no violencia, en la creación de un espíritu de colaboración y no de competición. Todo esto se puede encontrar en las ecoaldeas existentes.
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